Erase
una vez una hadita que se metía el dedo en la nariz.
Casi
sin pensarlo y casi sin notarlo.
¡No
podía remediarlo!
Cuando
Laura se aburría, el dedito despertaba.
Y
no podía parar....
Después,
se animaba y a su nariz entraba.
Le
hacían unas cosquillas y también atrás cositas.
Laura
no se lo impedía.
¡El
dedito no paraba!
A
cada momento.
Cuando
Laura leía un cuento en la cama, o cuando veía los dibujos en
pijama, o cuando otras haditas
hablaban
de sus cositas.
Y
eso a su madrinita no le gustaba nadita.
-¡Basta,
Laura! ¡Ya está bien!
¿Que
hace el dedo en la nariz?
¿O
quieres que crezca un poquito y parecer un cerdito?
La
hadita se lleva un susto y todo el mundo se fijaba en aquel dedito
que no paraba.
- ¡ven aquí, hada espantosa!
- Llamaba el hada marina-.
¡He
de decirte una cosa!.
Pero
Laura no quería:
-¡Ahora
no puedo ir!
No
le gustaba nada que su querida madrina le echase una regañina
delante de tantas hadas.
-Es
que, verás, madrinita:
¡el
dedo se mueve solo!
-¿Es
un dedo mágico, acaso?
Entonces
al hada madrina se le ocurrió una idea, para ayudar a su ahijada y
poder quitarle ya esa costumbre tan mala.
- ¿Y cual es ese dedito que esta en la nariz tan rápido?
- ¡Es éste, madrinita!
¡El
índice de la mano derecha!
Y
es veloz como una flecha.
-Respondió
Laura, animada.
-Bien
-dijo su madrina, el hada, riéndose a carcajadas.
-Pongamos
remedio al caso.
Laura
levanta el brazo y abre bien esas manitas.
¡En
la que abra una barita!
Así
ese dedo imprudente estará ocupado ¡Que olvidara la nariz!
Y
el dedito y otros dos, como por arte de magia se pegaron a la vara
¡Ahora si que soy un hada!
-Dijo,
Laura muy feliz!-.
¡Nunca
volveré a meter el dedito en la nariz!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario